Buen intérprete, el amigo Enrique. O artista ejecutante, que dirían nuestros celosos garantes de la propiedad intelectual. Esta canción está desversionada, quién la versionará, el versionador que la versione, buen versionador será. Enrique, fijo. Ya pasó varias veces por aquí, y aún no nos dejado nada suyo. Y lo que te rondaré, morena. Y mira que escribió canciones, y buenas, y nadie las cantaba como él. No le dejaremos escapar sin que nos tararee alguna. Pero es que cuando cantaba las de los demás… joder, hay que reconocer que les daba un punto. Un punto melancólico, un punto taciturno, un punto de tristeza, un punto de amargo desconsuelo. Bueno, vale, eso son varios puntos. El caso es que lo hacía mejor que bien. A veces, incluso, en buena compañía. Ay, Enrique, cuántas luces dejaste encendidas… yo no sé cómo voy a apagarlas. Ni a pagarlas, que tampoco es cualquier cosa.
La carta esférica
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La historia se desarrolla en dos tiempos distintos. En la primera, seguimos
a Coy, un exoficial de la Armada Española que ahora trabaja como cartógrafo...
Hace 2 días
1 comentarios:
cuando hay queu pagarlas uno preferiría mejor apagarlas, claro.
Sabés que es eso de Enrique?
su voz. su voz está tortuosamente cargada de sentimiento.
Buen blog.
Saludos!
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