Noche del cometa. He estado en compañía de Blei, su mujer y su hijo, a ratos me he oído a mí mismo desde mi propio interior, en ocasiones como si fuera el maullido de un gatito, pero qué se le va a hacer.
Hoy hace exactamente cien años que Fran Kafka escribió esto en su diario. Bueno, si hacemos caso al propio Kafka, hoy se cumplirían cien años y un día, porque él encabezó la entrada con la fecha 17/18 de mayo. Pero Kafka se equivocó. La noche del cometa, por aquél entonces, no fue la del 17 al 18 de mayo, sino la del 18 al 19. Era miércoles.
¿Quién era Blei? Franz Blei (1871-1942) fue un escritor alemán, editor de la revista Hyperion, en la que Kafka había publicado algunas de sus primeras narraciones en 1908 y 1909. Un amigo. Un aliado.
¿Qué hacía Franz Kafka con Blei y su familia? Pues parece ser que estaban en el Laurenziberg, observando la llegada del cometa Halley a la Tierra. O mejor dicho, su paso por las inmediaciones, porque si efectivamente hubiese llegado, mucho me temo que ni Kafka habría dejado constancia del hecho, ni yo estaría aquí divagando sobre el particular. Se acerca el cometa arrastrando su larga cola de terrores, expectativas, especulaciones cósmicas y misterios siderales, y el bueno de Franz sólo se oye a sí mismo desde su propio interior. Concretamente, se oye como si fuera el maullido de un gatito. Qué se le va a hacer.
Ésta no es la primera entrada del diario de Franz Kafka, pero sí la primera datada. Ya ves, la primera vez que pone la fecha en su diario y se equivoca de día. Los genios son así, como el fútbol. A mí jamás me pasará eso. Y no porque yo no sea un genio. Ojo, que no quiero decir con esto que yo lo sea; más bien tiendo a pensar que no. Lo digo porque a mí las entradas me las fecha el Sr. Blogspot. O el Sr. Blogger, como se llame. Y porque no recuerdo dónde estaba la última vez que pasó el cometa. Ni siquiera recuerdo cuándo paso, y no pienso ir a buscarlo en Google. Lo único que recuerdo es que el mundo no se acabó entonces. También espero que no acabe en los próximos días. Aún me quedan unas cuantas cosas por hacer.
Bien. Como decía, no es la primera entrada de Kafka en su diario. Antes de esa hay otras quince. Quince entradas y dos dibujos, todos producto de la misma mano. Pero no están fechados, así que de momento los vamos a ignorar. Porque los diarios de Kafka no están ordenados cronológicamente. O no del todo. Para que os hagáis una ligera idea, hablamos de doce cuadernos de entre veinte y cincuenta y ocho páginas, dos legajos de tres y seis hojas sueltas respectivamente, y otros cuatro cuadernos o diarios de viaje. Los dos legajos, al parecer y atendiendo a las fechas, irían situados entre los cuadernos noveno y décimo. Los cuadernos se ordenan atendiendo a la fecha más antigua que consta en cada uno de ellos, pero casi todos contienen entradas anacrónicas. Kafka no siempre esperaba a terminar un cuaderno para empezar a escribir en el siguiente; los dejaba incompletos, y algún tiempo después completaba esos espacios con otras entradas. Por su parte, los cuatro diarios de viaje no son correlativos a los otros doce cuadernos. Por decirlo de alguna forma, son paralelos; Kafka fue compaginando unos con otros. El resultado, cuentan, es una genial amalgama de entradas biográficas, fragmentos de corte narrativo, ejercicios de estilo, borradores sucesivos de un mismo texto, pequeños relatos, citas, resúmenes, glosas, referencias íntimas, pasajes incomprensibles e incluso dibujos. Y todo eso, sin orden ni concierto. Fabuloso.
Evidentemente, el diario de un genio es mucho más interesante que el de un escritor aficionado y perezoso. Eso salta a la vista. Así que me dispongo a leer estos diarios, o cuadernos, o apuntes, o lo que sean. Pero yo, como soy un tipo ordenado, prefiero seguir la secuencia temporal. Tendré que ir dando saltos hacia delante y hacia atrás, cierto, pero dispongo de un fantástico índice cronológico del que pienso valerme sin ningún escrúpulo. Empiezo hoy, y continuaré leyendo las sucesivas entradas en las mismas fechas en que Kafka las escribió. Con cien años de diferencia, eso sí. Las entradas sin fecha las iré intercalando en los huecos que dejen las datadas. Enfermizo, ¿verdad? Me da igual. Si Dios quiere y el tiempo no lo impide, terminare el 12 de junio de 2023. 12 de junio, última entrada de los diarios fechada por el propio Kafka. Un año y un día antes de su entierro en el cementerio de Straschnitz (Praga). Confiemos en que no se repita la historia conmigo, porque entonces aún seré demasiado joven para morir. Como todo el mundo, a cualquier edad: siempre parece uno demasiado joven para morir.
(Fuente: Franz Kafka, Obras Completas Tomo II, Diarios y Carta al padre; edición de Jordi Llovet para Galaxia Gutemberg, Círculo de Lectores)