Calle Sagasta, 31. Luz de mediodía. Alguien ha abandonado una docena de viejos monitores de ordenador junto a los contenedores de basura. O diez. O quince, los que sean. Un tipo con semblante patibulario, sentado sobre la acera, los destripa minuciosamente con unas tijeras de podar. O con unos alicates, no se aprecia bien. Todos pasamos rápido, nadie se para a mirar. Saca algo de ahí dentro, lo guarda, continúa con el siguiente monitor. Y así hasta diez. O hasta doce. O hasta quince, los que sean.
1923. Segunda temporada.
-
1923 vuelve hablando de voluntades, pero no solo voluntades divinas. Cada
uno tiene lo suyo, incluido su Dios, que decía el hombre de la camisa
verde. Nada...
Hace 6 horas