El personaje principal

22 abril 2009

¿No me recuerdas? Vosotros me trajisteis a casa el primer día, con el resto del ajuar. ¿De qué te quejas ahora? No grites. No le insultes. No pienses que el otro tiene la culpa. No importan los motivos del puño que me sostiene. Nada importa el odio, la ira, la venganza, el miedo ni el amor. Yo soy el cuchillo. He visitado lugares de tu cuerpo que ni siquiera tú has oído mencionar. Yo soy el que ha seccionado tu abdomen, el que ha cortado tus intestinos, el que ha desgarrado tu vientre. He entrado y salido tantas veces, que tu cuerpo ya no tiene secretos para mí. Mío es el filo, mío es el acero y mía es la amarga derrota. Porque yo soy el cuchillo, y cuando yo estoy cerca, la historia siempre termina de la misma forma.



8 comentarios:

Sarashina dijo...

Pero la culpa no es del cuchillo, sino de la mano del que lo maneja. Pero la culpa no es de la mano, sino de la ira que lo dirige. Pero la culpa no es de la ira, sino del alma que la aloja. Pero la culpa no es del alma, sino de su historia. Pero la culpa no es de su historia, sino de la gran historia. Pero la culpa no es de... ¿o sí?

anselmo dijo...

Me acabo de acordar de la película Conan, donde decían que el secreto del acero no estaba en la espada, sino en la voluntad de la persona que la lleva.

supersalvajuan dijo...

Pues sangre para todos. Morcillas y sucedaneos. Lo malo de conocerse.

Leandro dijo...

Yo pensaba, más bien, en que todo el que guarda un arma está condenado a usarla antes o después. Y en que hay gente que vé un arma en cualquier objeto. Y algún tiempo después escuché la canción de Christina Rosenvinge. Y no sé por qué, me recordó esas líneas mal escritas una tarde en el Taller a cuento de no me acuerdo qué, creo que de nada. Y las rescaté del cajón y los puse juntos aquí. Y me niego a distribuir culpas, que puede ser que me lleve la peor parte. Y si ha de haber sangre para todos, lo que tú dices: que sea frita.

Sarashina dijo...

Pero, hombre, si es que dicho así no es distribuir culpas, sino diluirlas precisamente, subiendo, subiendo... A ti seguramente no te tocaría ninguna en ese caso. Ni a mí tampoco.
Alguien puede tener un arma y no usarla nunca. De hecho cualquier cosa es un arma cuando se quiere usar como tal, hasta la cosa mas inocente, como tú bien dices. Y sí, creo que al final, hay culpa en el que usa un arma.
Y lo de la sangre, pues yo no, ni frita. No como carne nunca, y menos aún sangre, que me pone alma de vampira.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que está riquísima.
¿Habeis pensado en la palabra? Palabras como dardos. ?Y en la mirada? Me traspasó con la mirada.

Leandro dijo...

O el brazo de un inglés. Es verdad que se puede hacer daño con casi todo

Anónimo dijo...

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