Ejercite su memoria

21 septiembre 2010

Un programa doble con tu abuelo en el cine Rosales. Una fiesta de fin de curso, como protagonista o como espectador. Un atardecer en la carretera. Una noche solo en una solitaria habitación de hotel. El primer beso. O el último. Aunque parezca obvio, a veces lo perdemos de vista: los recuerdos sirven, entre otras cosas, para conjurar el olvido. Todos, los buenos y los malos.

6 comentarios:

supersalvajuan dijo...

¿Olvidar a estas alturas?

Leandro dijo...

No, no. Justo lo contrario: no olvidar

Amor dijo...

En Buenos Aires perdí la cámara de fotos. Y da igual, certificado.

Leandro dijo...

Hombre, igual... un poco sí que debe cabrear

neko dijo...

Todavía espero el aparato que sea capaz de guardar los sentimientos, las emociones e incluso los olores en un cajón.
Espero también el que sea capaz de aspirar mis sueños y mostrarmelos en un frasco, pero creo que moriré sin verlo.

Tengo el síndrome de Diógenes de los recuerdos, creo temer.

Leandro dijo...

No pasa nada. Lo importante es saber llevarlo bien

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