El jefe estaba tratando de cuadrar el presupuesto para el próximo ejercicio. Me
llamó para consultarme si un determinado gasto de mi departamento se podría
considerar prescindible. Todo un detalle por su parte. El de consultarme, no el
de considerar prescindible el gasto; pobre gasto, qué culpa tendrá él. El caso
es que le dije que sí, por supuesto, faltaría más. Luego pensé. No suelo
hacerlo en horas de trabajo, pero hice una excepción. Pensé que ése era el único
gasto específico de mi departamento. Se podría decir que todo lo demás entraba
en las partidas de gastos comunes de la empresa: suministro eléctrico, teléfono, limpieza, acceso
a Internet, programas de ofimática, material de oficina: papel, bolígrafos, tinta
de la impresora. Más tarde caí en la cuenta de que estaba equivocado, aún había
otro gasto específico en el departamento: yo.
En la cuerda floja
-
¿Fuera Chus Mateo? Es la consigna más repetida por la afición tras el
último naufragio en Euroliga, en Goya contra Zalgiris. Partiendo de la base
de que so...
Hace 16 horas