—¿El arte como un arma? —me dijo, la palabra «arma» llena de desdén y ella misma un arma—. ¿El arte como el reflejo de adoptar la postura correcta en todo? ¿El arte como el abogado de las cosas buenas? ¿Quién te ha enseñado todo esto? ¿Quién te ha enseñado que el arte consiste en eslóganes? ¿Quién te ha enseñado que el arte está al servicio del pueblo? El arte está al servicio del arte y, de lo contrario, no existe arte que merezca la atención de nadie. ¿Cuál es el motivo para escribir literatura seria, señor Zuckerman? ¿Desarmar a los enemigos del control de precios? El motivo para escribir literatura seria es escribir literatura seria. ¿Quieres rebelarte contra la sociedad? Te diré cómo debes hacerlo: escribe bien. ¿Quieres abrazar una causa perdida? Entonces no luches por la clase trabajadora. A ellos les irá bien. Van a llenar alegremente los depósitos de sus Plymouths. El trabajador nos conquistará a todos, de su necedad fluirá la bazofia que es el destino cultural de este país filisteo. Pronto tendremos en este país algo mucho peor que el gobierno de los campesinos y los obreros, tendremos la cultura de los campesinos y los obreros. ¿Quieres una causa perdida por la que luchar? Entonces lucha por la palabra. No la palabra ampulosa, no la palabra inspiradora, no la palabra a favor de esto y en contra de aquello, no la palabra que anuncia al respetable que eres una persona maravillosa, admirable, compasiva, que está al lado de los oprimidos. ¡No, lucha por la palabra que dice a las pocas personas cultas condenadas a vivir en Estados Unidos que estás al lado del mundo! Este guión tuyo es basura. Es horrible. Es exasperante. Es basura vulgar, primitiva, ingenua, propagandista. Empaña el mundo con palabras. Y hiede al alto cielo de tu virtud. Nada tiene un efecto más siniestro en el arte que el deseo de un artista de demostrar lo bueno que es. ¡La terrible tentación del idealismo! Tienes que dominar tu idealismo, tu virtud tanto como tu vicio, has de conseguir un dominio estético de todo lo que te impulsa a escribir en primer lugar: ¡tu indignación, tu política, tu pesadumbre, tu amor! Empieza a predicar y tomar posiciones, empieza a ver tu propia perspectiva como superior, y eres una nulidad como artista, nulo y ridículo. ¿Por qué escribes estas proclamas? ¿Porque miras a tu alrededor y te escandalizas? ¿Porque miras a tu alrededor y te conmueves? La gente cede con demasiada facilidad y finge sus sentimientos. Quieren tener sentimientos enseguida, y los de escandalizado y conmovido son los más fáciles, así como los más estúpidos. Salvo en raras ocasiones, señor Zuckerman, mostrarse escandalizado es siempre una falsedad. Proclamaciones. ¡Al arte no le sirven de nada las proclamaciones! Llévate tu encantadora mierda de este despacho, por favor.
(…)
— La política es la gran generalizadora —me dijo Leo—, y la literatura la gran particularizadora, y no sólo están en relación inversa entre ellas, sino en relación antagónica. Para la política, la literatura es decadente, blanda, irrelevante, aburrida, terca, insípida, algo que no tiene sentido y que realmente no debería existir. ¿Por qué? Debido al impulso particularizador en que consiste la literatura. ¿Cómo puedes ser un artista y renunciar al matiz? Pero ¿cómo puedes ser un político y permitir el matiz? En tanto que artista, el matiz es tu tarea. Tu tarea no consiste en simplificar. Aun cuando decidieras escribir de la manera más sencilla, a lo Hemingway, la tarea sigue siendo la de aportar el matiz, elucidar la complicación, denotar la contradicción. No se trata de eliminar la contradicción, de negarla, sino de ver dónde, dentro de la contradicción, se encuentra el ser humano atormentado. Permitir el caos, dejarlo entrar. Tienes que dejarlo entrar o, de lo contrario, produces propaganda, si no para un partido político (un movimiento político, estúpida propaganda para la misma vida), sí para la vida como ella preferiría ser divulgada. Durante los cinco o seis primeros años de la Revolución rusa, los revolucionarios gritaban: «¡El amor libre, existirá el amor libre!». Pero, una vez estuvieron en el poder, no pudieron permitirlo, porque ¿qué es el amor libre? Es caos, y ellos no querían el caos. No es para eso para lo que habían hecho su gloriosa revolución. Querían algo disciplinado, organizado, contenido, científicamente predecible, a ser posible. El amor libre inquieta a la organización. La literatura inquieta a la organización. No porque esté flagrantemente a favor o en contra, o incluso lo esté de una manera sutil. Inquieta a la organización porque no es general. La naturaleza intrínseca de lo particular consiste en ser particular, y la naturaleza intrínseca de la particularidad estriba en no amoldarse. La generalización del sufrimiento: eso es el comunismo. La particularización del sufrimiento: he aquí la literatura. En esa polaridad se da el antagonismo. Uno participa en la batalla al mantener vivo lo particular en un mundo simplificador y generalizador. No tienes necesidad de escribir para legitimar el comunismo o el capitalismo; estás al margen de ambos. Si eres escritor, no te alías con uno ni con otro. Ves diferencias, sí, y, por supuesto, ves que esta mierda es un poco mejor que aquella mierda, o que aquella mierda es mejor que ésta. Tal vez mucho mejor. Pero ves la mierda. No eres un empleado del gobierno. No eres un militante. No eres un creyente. Eres una persona que se enfrenta de una manera muy diferente al mundo y a lo que sucede en el mundo. El militante presenta la fe, una gran creencia que cambiará el mundo, y el artista presenta un producto que no tiene cabida en ese mundo, que es inútil. El artista, el escritor serio, introduce en el mundo algo que ni siquiera estaba ahí al comienzo. Cuando Dios hizo todas las cosas en siete días, las aves, los ríos, los seres humanos, no dedicó ni diez minutos a la literatura. «Y entonces existirá la literatura. A algunos les gustará, a algunos les obsesionará y querrán hacerla...» No, no. Él no dijo eso. Si entonces le hubieras preguntado a Dios: «¿Habrá lampistas?», te habría respondido: «Sí, los habrá, porque habrá casas y serán necesarios los lampistas». «¿Habrá médicos?» «Sí, porque la gente enfermará y necesitará médicos que le receten medicinas». «¿Y literatura?» «¿Literatura? De qué me estás hablando? ¿Para qué sirve eso? ¿Dónde encaja? Por favor, estoy creando un universo, no una universidad. Nada de literatura».
(…)
— La política es la gran generalizadora —me dijo Leo—, y la literatura la gran particularizadora, y no sólo están en relación inversa entre ellas, sino en relación antagónica. Para la política, la literatura es decadente, blanda, irrelevante, aburrida, terca, insípida, algo que no tiene sentido y que realmente no debería existir. ¿Por qué? Debido al impulso particularizador en que consiste la literatura. ¿Cómo puedes ser un artista y renunciar al matiz? Pero ¿cómo puedes ser un político y permitir el matiz? En tanto que artista, el matiz es tu tarea. Tu tarea no consiste en simplificar. Aun cuando decidieras escribir de la manera más sencilla, a lo Hemingway, la tarea sigue siendo la de aportar el matiz, elucidar la complicación, denotar la contradicción. No se trata de eliminar la contradicción, de negarla, sino de ver dónde, dentro de la contradicción, se encuentra el ser humano atormentado. Permitir el caos, dejarlo entrar. Tienes que dejarlo entrar o, de lo contrario, produces propaganda, si no para un partido político (un movimiento político, estúpida propaganda para la misma vida), sí para la vida como ella preferiría ser divulgada. Durante los cinco o seis primeros años de la Revolución rusa, los revolucionarios gritaban: «¡El amor libre, existirá el amor libre!». Pero, una vez estuvieron en el poder, no pudieron permitirlo, porque ¿qué es el amor libre? Es caos, y ellos no querían el caos. No es para eso para lo que habían hecho su gloriosa revolución. Querían algo disciplinado, organizado, contenido, científicamente predecible, a ser posible. El amor libre inquieta a la organización. La literatura inquieta a la organización. No porque esté flagrantemente a favor o en contra, o incluso lo esté de una manera sutil. Inquieta a la organización porque no es general. La naturaleza intrínseca de lo particular consiste en ser particular, y la naturaleza intrínseca de la particularidad estriba en no amoldarse. La generalización del sufrimiento: eso es el comunismo. La particularización del sufrimiento: he aquí la literatura. En esa polaridad se da el antagonismo. Uno participa en la batalla al mantener vivo lo particular en un mundo simplificador y generalizador. No tienes necesidad de escribir para legitimar el comunismo o el capitalismo; estás al margen de ambos. Si eres escritor, no te alías con uno ni con otro. Ves diferencias, sí, y, por supuesto, ves que esta mierda es un poco mejor que aquella mierda, o que aquella mierda es mejor que ésta. Tal vez mucho mejor. Pero ves la mierda. No eres un empleado del gobierno. No eres un militante. No eres un creyente. Eres una persona que se enfrenta de una manera muy diferente al mundo y a lo que sucede en el mundo. El militante presenta la fe, una gran creencia que cambiará el mundo, y el artista presenta un producto que no tiene cabida en ese mundo, que es inútil. El artista, el escritor serio, introduce en el mundo algo que ni siquiera estaba ahí al comienzo. Cuando Dios hizo todas las cosas en siete días, las aves, los ríos, los seres humanos, no dedicó ni diez minutos a la literatura. «Y entonces existirá la literatura. A algunos les gustará, a algunos les obsesionará y querrán hacerla...» No, no. Él no dijo eso. Si entonces le hubieras preguntado a Dios: «¿Habrá lampistas?», te habría respondido: «Sí, los habrá, porque habrá casas y serán necesarios los lampistas». «¿Habrá médicos?» «Sí, porque la gente enfermará y necesitará médicos que le receten medicinas». «¿Y literatura?» «¿Literatura? De qué me estás hablando? ¿Para qué sirve eso? ¿Dónde encaja? Por favor, estoy creando un universo, no una universidad. Nada de literatura».
Philip Roth
en Me casé con un comunista (1998)
en Me casé con un comunista (1998)
21 comentarios:
Madre mía, cuántas cosas para pensar, en ese manojo de frases...
Me llevo el texto al campo para pensarlo un poco más antes de opinar, aunque en las líneas generales estoy de acuerdo con Roth. Pero habría que matizarlo y puntualizarlo. Responde a un concepto determinado de arte y de literatura, tan válido quizás como otros, pero con declaraciones esenciales que me interesan y que comparto. Ya hablamos.
Muchas, muchas. Y qué poco desperdicio tienen. Y qué bien dichas. Y qué manejo de la ironía, sobre todo en ese punto y final, que en la novela es sólo un punto y aparte. Y no sólo es cuestión de arte y literatura, yo creo que está hablando de muchas cosas más. Qué lástima haber tenido a este hombre tanto tiempo en tareas pendientes
El arte y la política. Palabras mayores de las que no tengo ni idea. Lástima.
El arte, la política y el fútbol. Palabras mayores de las que todo el mundo sabe un huevo y parte del otro, opina sin reparos y cambia de idea con el viento. No te cortes
Emmm, ahora vuelvo.
Mentirosa
Joder, Leandro, qué desconfiado eres. Sí he vuelto ("ves qué bien, ves qué bieeeen" -¿te sabes esa?-) y ya supondrás que me ha encantado y que estoy en condiciones de tatuarme dos o tres frases de esas que salen ahí. Empezando por esa de:¿Cómo puedes ser un artista y renunciar al matiz?
Roth es una de mis asignaturas pendientes, me acabas de dar un empujón.
No te interpreté bien. Es que yo, ante algunas disquisiciones y discusiones, también salgo corriendo
La frente sería un buen sitio
La literatura no es cosa de Dios.
Ya lo has visto, él mismo lo ha dicho: nada de literatura. ¿Un buen sitio para qué, por cierto?
Para el tatuaje. Dicen "lo lleva escrito en la cara"
En "Un mundo feliz" lo tenían más fácil, todos menos el salvaje.
Me has pillado, macho
joder, una buena dosis de verdades para variar. Por desgracia mucha gente solo escribe para que los demás digan: ¡que bonitoooo!
En la vida faltan más tacos, frases cortas, y con puntería. Un texto cojonudo.
Y no pienso votar en muchos años..
Con puntería, en este texto hay unas cuantas. En general, se puede decir que este hombre tira francamente bien
Chisme nuevo y cachetón. Canción navideña. Estupendo.
¿Cachetón?
En Méjico, hace varios años en Chicten Itza, delante de mi subiendo una pirámide unos chavales hablaban de un "chisme cachetón". Me hizo mucha gracia, sólo sé que sonaba bien.
Entendido, cachetón.
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