En contra de la guerra, sí. Y de sus secuelas. Pero mucho más que eso. A favor de los niños. Y de su mundo. Y de su inocencia. Sobre todo, de su inocencia. Y en contra de la corrupción del mundo de los adultos. Por la inocencia perdida. Con todas las consecuencias. En la realidad y en la ficción, en la vida y sobre el papel. Como Holden Caulfield recién expulsado pateando las calles de New York. Un día perfecto. Un día perfecto para el pez plátano.
Florentino reabre el grifo al basket
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hormonar los primeros pasos del proyecto de los Sergios
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