Pues sí, a pesar del silencio que he guardado estas últimas semanas por consideración a mi cada vez más escaso público, siguen pasando cosas. En fin... cosas, pasando... vaya, ya sabéis a lo que me refiero, ¿no? Pues eso.
Se falló el original y lucrativo concurso de nanorrelatos del que hablaba en la entrada anterior. Nada más y nada menos que mil veintisiete autores distintos presentaron la nada desdeñable cantidad de seis mil trescientos cincuenta y seis nanorrelatos, de los cuales han sido seleccionados ciento cuarenta y tres. Huelga decir que el único que yo presenté no ha merecido tan alto honor. Sin embargo, no puedo pasar por alto el hecho de que uno de los nanorrelatos seleccionados se titula exactamente igual que el mío. Bien es cierto que la vulgaridad del título en cuestión y su necesaria brevedad (una sola palabra, había que economizar) propician la feliz coincidencia, pero por algo se empieza. En cualquier caso, esto prueba de manera irrefutable que yo no iba tan desencaminado.
Para evitar que la herida abierta por este pequeño fracaso en el concurso de nanorrelatos se cerrase y quedase en el olvido, así, sin más, cogí un cuento que hace unos meses ya había sido rechazado por una revista de cierto prestigio y sin pensarlo mucho lo envié a otro concurso. Un concurso cuyo único premio es ser publicado en un libro junto con el resto de relatos seleccionados, en número a determinar. Y punto. Desde luego, nadie podrá decir que me mueve el afán de lucro. De notoriedad, no digo yo que no. Pero de lucro...
Lo mejor de todo: harto de esperar durante casi cinco meses a que me contestasen de una revista a la que envié un relato para publicar (y no sólo un relato, no, un relato y una breve nota biográfica que me costó sangre, sudor y lágrimas redactar por ausencia total de contenidos), es más, harto de esperar durante casi cinco meses a que esa misma revista se publicase o diese alguna señal de que aún sigue en funcionamiento (su web continúa inamovible, prometiendo a los incautos que leerán con interés los relatos que envíen), les despaché un correo electrónico retirándoles cualquier autorización para publicar el cuento. Con un par. Acto seguido cogí ese mismo cuento y lo envié a otra revista. Esa misma tarde, los chicos de esta segunda revista me contestaron acusando recibo del mensaje y anunciándome que ya habían enviado el relato al consejo editorial para lectura y valoración, y que en cuanto tuviesen una decisión me mantendrían al tanto. Incluso me enviaban un abrazo. Y a los cuatro días ya tenía una respuesta: el cuento les ha gustado (mucho, dicen) y me lo publican en el próximo número. Yabba Dabba Doo. Por supuesto, ni que decir tiene que daré cumplida cuenta de su efectiva publicación en el mismísimo momento en que se produzca, o en el siguiente todo lo más.
Y a todo esto, aún tengo por ahí revoloteando el relato que envié en julio a una revista desde la que me contestaron amablemente explicándome que el próximo número ya estaba cerrado pero que lo volviese a enviar en octubre o noviembre (o sea… ya), y el que he enviado dos veces ya a otra revista, una en julio y otra en septiembre con la inefable nota biográfica ligeramente corregida, que sólo ha recibido la callada por respuesta. Y eso que éstos últimos sí que están funcionando, que los voy siguiendo desde la distancia sin que se den cuenta.
En fin, que esta vida de escritor que no escribe está resultando agotadora para alguien tan perezoso como yo. Quién me lo iba a decir.
6 comentarios:
¿Amazon?
Iba a decir que si me repites la pregunta, Carlos, pero mucho me temo que así, repetida, a secas, iba a seguir sin entenderla. Mejor me la explicas, si puede ser
Hola Leando.
Te mando el último relato que he publicado. Ya que los otros te los leíste y tuviste la gentileza de hacerme llegar tu opinión.
Hasta pronto.
http://erosionados.blogspot.com.es/2013/10/el-secreto-alfonso-vila-frances.html
Muchas gracias, Alfonso. Para gentileza, la tuya; entre hacer llegar el relato y hacer llegar la opinión, no hay color. Entre hoy y mañana encontraré un rato tranquilo para disfrutarlo, con seguridad
No, si al final, la vamos a liar. ¿necesitarás mamporrero?
Pues no sé, la verdad. Defina mamporrero, a ver...
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