Ya lo hice el año pasado, y no me fue del todo mal. Al menos, no me fue peor que siguiendo la fórmula tradicional. Así que voy a repetir: aprovechando que es lunes, empiezo ya el año nuevo y voy adelantando, que luego siempre pierdo mucho tiempo. En términos de tiempo neto perderé mucho más que estos tres días, pero menos da una piedra. Además, si tuviese que adelantar todo el tiempo que voy a perder este próximo año, me encontraría con dos graves problemas. El primero, la necesidad de hacer una estimación lo más aproximada posible de cuánto va a ser ese tiempo que supuestamente voy a perder, lo que, además de la intrínseca dificultad que entraña semejante cálculo apriorístico, puede suponer un notable factor de desmotivación de cara al cumplimiento de mis buenos propósitos, que no son pocos. Y el segundo, pero no por eso menos importante... vaya, lo he olvidado... ¡ah, sí! El segundo problema es que, si llegase a saber con cierta aproximación cuánto tiempo voy a perder y de verdad quisiera recuperarlo con antelación, probablemente tendría que adelantar en varios meses la entrada del nuevo año, y si ese encabalgamiento lo multiplicamos por el número de años que me restan por vivir (que, dicho sea de paso, espero que sean muchos), todo acabaría complicándose en exceso y probablemente terminaría viviendo en un calendario alternativo, lo que a su vez me impediría saber con certeza y con la suficiente antelación cuándo juega el Madrid. Descartado, por lo tanto. Me conformaré con estos tres días de adelanto, que coinciden con el inicio de una nueva semana. La semana, esa unidad temporal por excelencia, nunca valorada en su justa medida. En fin, que 2015 sea un buen año para cuanta más gente, mejor, pero sobre todo para los que habéis llegado leyendo hasta aquí. Os tengo que querer. Y feliz semana, por supuesto.
El mejor del mundo
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Escribe Juan Tallón en los agradecimientos de El mejor del mundo que “nunca
hay que perder la oportunidad de complicarse la vida”. Este curso, con mis
alum...
Hace 4 horas
4 comentarios:
Pues yo creo que esta entrada llega justo a tiempo. Y si no, idem al idem. Feliz año, Pregonero. Que tu hijo nos siga dando títulos.
Ni antes ni después, Javi. Justo. Y descuida, que mi hijo sigue en ello; los del baloncesto se le resisten un poco, pero no ceja en su empeño. Feliz año
Llego tarde al blog, que acabo de descubrir y -un poco- a las ideas para el Nuevo Año. Enhorabuena! Me alegra ver tu facetea filosófico-narrativa que no conocía.
Estoy de acuerdo con tus argumentos sobre el tiempo, que nos hacen pensar. Me he acordado al leerlos de lo que en cierta ocasión oí: "el tiempo perdido ya no se recupera". Intentaremos cumplir nuestros propósitos.
Aquí nadie llega tarde, Juanjo. Tenemos la lentitud por bandera. Bienvenido
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