Ambiciones y espejismos

19 abril 2012

«Así son las perspectivas de la esperanza ―pensaba el Magistral―; cuanto más nos acercamos al término de nuestra ambición, más distante parece el objeto deseado, porque no está en lo porvenir, sino en lo pasado; lo que vemos delante es un espejo que refleja el cuadro soñador que se queda atrás, en el lejano día del sueño»


Leopoldo Alas, "Clarín"
en La Regenta (1885)

22 comentarios:

Desde el foro dijo...

Una obra maestra, que recuerdo haber leído como se saborea un buen vino, despacio, recreándome...., tengo que volver a leerla.

Leandro dijo...

Pues yo me he resistido muchos años, Nacho. No las tengo todas conmigo. He empezado hoy, ya te diré

supersalvajuan dijo...

A este paso, ni sueño ni nada.

Leandro dijo...

A este paso, en efecto, vamos a perder el sueño. Si es que no lo hemos perdido ya, claro

Anónimo dijo...

Todo depende de cuál sea el objeto de nuestra ambición. Supongamos que es una vida cómoda y fácil. Entonces se cumplirán las palabras del Magistral: cuanto más nos acerquemos al final, más dura y dolorosa será nuestra vida, y, por tanto, más lejanos aquellos días de goce. Sentiremos una terrible añoranza. Pero supongamos que sea otro el objeto de nuestra ambición. Bien pudiera ocurrir, en ese caso, que la cosa fuera justamente a la inversa: que cuanto más nos acerquemos al término, más cercano nos parezca aquél. Las perspectivas de la esperanza deben ser necesariamente distintas en el santo. Lo que él ve delante, siempre estuvo ahí, estuvo siempre, desde el principio mismo.

Leandro dijo...

Yo creo que el Magistral se refiere al desencanto que en innumerables ocasiones, de forma inevitable, acarrea el logro de algo largamente anhelado. El objeto de deseo, sea cual sea, una vez alcanzado decepciona frente al ideal que se persigue. Y cuanto más anhelado y perseguido, más suele decepcionar. Entonces nos sorprendemos pensando "¿Y para esto tanto esfuerzo? ¿Y para esto tanta espera?" Al final, lo que hemos conseguido no es más que un pálido reflejo de lo que soñábamos; nuestro auténtico objeto de deseo, lo que verdaderamente buscábamos, quedó atrás: exactamente en el preciso momento en que lo soñamos. Y por supuesto, creo que el Mayoral se está refiriendo a esperanzas, sueños y ambiciones de orden bastante terrenal, cuando no prosaicos a más no poder. Aunque yo todo esto lo digo sólo por intentar ponerme a tu altura, querido Anónimo. Que ya sé yo que no lo voy a conseguir, pero bueno... por si acaso

Otro anónimo dijo...

El magistral es un hombre muy ambicioso. No ama nada ni a nadie de verdad, salvo a sí mismo y su propia ambición.
Los objetos de su deseo son los de su ambición: poder, influencia, dominación, sexo reprimido.
Los sueños se persiguen y se alcanzan. Nunca hay que dejar de soñar.

Leandro dijo...

Uno mismo y su propia ambición no siempre son un buen sueño. De hecho, casi nunca lo son

Otro anónimo dijo...

Los sueños buenos son otros. A veces se cumplen, otras no; pero no defraudan nunca y hay que perseguirlos siempre.

Leandro dijo...

Estamos hechos de la misma materia que los sueños. Nuestro pequeño mundo está rodeado de sueños (William Shakespeare, La Tempestad... creo)

Anónimo dijo...

Seguro que crees bien. Eso me gusta más.

Anónimo dijo...

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ficción,
una sombra, una ilusión,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Leandro dijo...

Suma y sigue

Anónimo dijo...

http://youtu.be/_4v0aN5-ICw

Moratin dijo...

?Te ha gustado La Regenta?

Leandro dijo...

Más de lo que esperaba y menos de lo que se supone que tiene que gustar

Moratin dijo...

De verdad piensas que un libro tiene que gustar a todos por igual?

Leandro dijo...

No. Se supone que es una obra maestra universalmente reconocida como tal, pero yo me he quedado varios escalones más abajo de eso. Eso es lo que quería decir

Moratin dijo...

A mi me gusta

Anónimo dijo...

Para gustos, colores.
Ahora empiezo El Guardián en el Centeno, una obra maestra. Ya os contaré cuando lo termine.

Leandro dijo...

Bastante mejor que La Regenta, para mi gusto. Y mucho más breve, lo que no deja de ser una ventaja si la obra no te parece tan maestra como dicen

Anónimo dijo...

Me la recomendó una persona de buen gusto

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